22 de marzo. Día Mundial del Agua.
El aumento de zonas urbanas, el uso excesivo de agroquímicos, el extractivismo minero y petrolero, la explotación de acuíferos, los efectos del cambio climático inciden directamente en la baja calidad y disponibilidad de agua.
Lagunas Mojanda Otavalo.
CARE Ecuador | 22 de Marzo de 2022
Siendo el agua un elemento esencial para el equilibrio de los ecosistemas y la vida humana, se calcula que 2200 millones de personas en el mundo viven sin acceso a agua potable; del agua dulce disponible solo un 10% aprox. sirve para el consumo humano, mientras el 20% se usa en la industria y el 70% para la agricultura (Naciones Unidas, 2021).
En el Ecuador, la Constitución de 2008 establece el acceso al agua como un derecho y determina la responsabilidad del Estado de garantizar la conservación, recuperación y manejo integral de los recursos hídricos, cuencas hidrográficas y caudales ecológicos para asegurar la calidad y cantidad de agua, el equilibrio de los ecosistemas, en especial en las fuentes y zonas de recarga hídrica (Art. 411). Sin embargo, el aumento de zonas urbanas, el uso excesivo de agroquímicos, el extractivismo minero y petrolero, la explotación de acuíferos, los efectos del cambio climático inciden directamente en la baja calidad y disponibilidad de agua.
Bosque Primario de la comunidad Rasuyaku Corazón, Latacunga.
Por otro lado, la distribución del agua en el país sigue siendo inequitativa, el agua para riego se concentra en pocas manos, la brecha entre el sector urbano y rural continúa, para el 2019, según el INEC, en el área rural el agua potable disponible fue para 48,5% de la población, mientras que en el área urbana se cubría al 94,3% de los habitantes. Así también la dificultad de acceso al agua afecta los modos de vida de la mujer campesina y rural. Al ser menor su ingreso, sus obstáculos son mayores para obtener créditos financieros, materiales agrícolas y productos de los mercados (ONU Mujeres, 2019).
Urge profundizar en la importancia ambiental, social y económica del agua tanto por los tomadores de decisión como por los usuarios del agua, así como en la gestión integral e integrada del agua, que asegure la conservación y restauración de los ecosistemas incluyendo los páramos en las zonas altoandinas, el riego que garantice la soberanía alimentaria, el caudal ecológico, las actividades productivas y demás usos y aprovechamientos. En donde además se visibilice y empodere el rol activo y lucha histórica de las mujeres (especialmente rurales) como protectoras del agua y agente de cambio en la implementación de políticas públicas relacionadas con la gestión del agua y la adaptación climática.